Mientras en el interior de uno de los anfiteatros se llevaba a cabo una mesa panel, afuera la solidaridad y el homenaje se expresaba en las paredes del edificio.
Organizada por la coordinación de Promoción Sociocomunitaria de la Secretaría de Extensión de la Facultad de Filosofía y Letras, se llevó a cabo en esa unidad académica, una jornada de muralismo y debates a modo de homenaje a los familiares de los 43 estudiantes secuestrados en Ayotzinapa, en el estado mexicano de Guerrero. Mientras en el interior del anfiteatro Elena Rojas el profesor Daniel Yépez y el artista César Carrizo disertaban sobre lo que ocurre en el país azteca. Afuera, artistas plásticos, muralistas, historietistas, caricaturistas, ilustradores y grafiteros aportaban sus pinceladas en el impactante mural en la pared de uno de los anfiteatros de esa casa de estudios.
“Esta iniciativa surge desde nuestra secretaría, desde el área de Coordinación Sociopolítica que dirige Eva Fontdevila y en articulación con el licenciado César Carrizo. La propuesta es, en base al arte, repudiar los acontecimientos vividos en Ayotzinapa. Esta actividad es muy valiosa y tiene que ver con el giro que queremos darle a las prácticas extensionistas”, explica Isabel Amate Pérez, secretaria de Extensión de Filosofía y Letras.
Mientras los artistas trabajan en las paredes del edificio, la decana de esa unidad académica, Mercedes Leal, destaca que “en el mundo se están oyendo voces de repudio y es importante que nuestra facultad haga este acto de reivindicación hacia los estudiantes y hacia lo que representan como masa crítica. Pero también de repudio al aberrante papel que ha tenido el Estado mexicano de convertirse en un Estado narco”, evalúa.
La Jornada se realiza en el marco de la Bienal de Arte Tinta Nakuy 2014. “En este espacio estamos reflejando a muchos estudiantes latinoamericanos, cada uno con el estilo propio de cada artista, con su mano derecha en el pecho a modo de corazón sangrante. Va a tener una frase que diga ‘vengo a ofrecer mi corazón’, que sintetiza la solidaridad con aquellos que están luchando, no solamente en México, sino en toda Latinoamérica. Por cada una de nuestras pinceladas va un sentimiento puesto en los colores y con un mensaje. En esta facultad los estudiantes van a tener un espacio, un lugar e invitados a sentir en su corazón cada causa que les parezca injusta”, puntualiza Carrizo.
A su vez, el docente y artista plástico Fabián Castro, asegura que “uno siempre apoya este tipo de actividades en favor de las luchas populares y de los derechos humanos. Los murales son muy importantes -a nivel artístico- como expresión porque llegan a la gente”, define.
Dos masacres, la misma impunidad
“La revolución mexicana, sobre todo a partir de 1925, pensó que no sólo había que educar al indígena y proporcionar la educación básica, sino que era necesario formar docentes. Se inició un programa de creación de las llamadas escuelas normales rurales en distintas comunidades campesinas del interior. Una de ellas, en 1926, es la conocida escuela Isidro Burgos de la localidad de Ayotzinapa en Tixtla”, explica Yépez.
Uno de los hechos significativos de la historia mexicana en el siglo XX fue la llamada Masacre de Tlatelolco, en octubre de 1968 que dejó a varios estudiantes muertos. “Los chicos se desplazaban a la Ciudad de México para conmemorar el aniversario de esa matanza. Pero, la masacre de los normalistas pone al descubierto miles de fosas clandestinas, una sistemática campaña de asesinatos impunes que se vinieron dando en estos 40 años en la sociedad mexicana”, analiza.