Diseño social 100%

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Es la unión entre diseñadores y artesanos, poblaciones aborígenes o comunidades en situaciones vulnerables. El proyecto de randeras comenzó hace cinco años de la mano de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y el Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán (IDEP).

Apostar por creaciones únicas e irrepetibles, con raíces, un desafío que habla de diseño con los pies en la tierra.

Una dupla con toda la fuerza. Lo artesanal entra en el universo del diseño bajo el concepto de la moda ética que no sólo tiene en cuenta el respeto por el medio ambiente, sino también un interés por el entorno social. Una propuesta que se aleja del fast fashion, del consumo de moda por centavos de dólar y que se centra en las cosas hechas a conciencia, en el valor de lo sustentable, de lo que se logra con el saber hacer, con el nuevo reinado de las telas nobles y las manos trabajadoras. Una alternativa que no es moda, sino que responde al esfuerzo de muchos, que surge a pedido de cada vez más personas comprometidas con lo que usan.

Una randera teje en el medio del monte en El Cercado, pueblo del partido de Monteros, Tucumán. En su casa, como lo hacen las otras 38 randeras, que realizan este tejido único hecho a partir de hilo de algodón que más tarde será protagonista de la pasarela de un diseñador. Sabrina Sastre desfiló su colección Monte en BAFWEEK 2014 -convocada por el INTI- con la intervención de sus prendas con randa y en el saludo final compartió pasarela con Claudia Aybar, una de las randeras de El Cercado. El trabajo conjunto permitió que una técnica milenaria tome nuevas formas en una colección moderna, a la vez que inserta la randa y las randeras en la industria de la moda. El proyecto de randeras comenzó hace cinco años de la mano de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y el Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán (IDEP). “La potencial desaparición de la randa motivó el proyecto. Un relevamiento de 2011 arrojó una población de 39 randeras, con una producción incierta, y muchas habían optado por dedicarse a otras actividades. Los objetivos fueron revalorización y resignificación, y su reinserción en los mercados contemporáneos”, dice Silvina Fenik, que trabajó desde el centro cultural de la UNT. “Había que evitar que las randeras perdieran la posibilidad de vivir de su producción. El encuentro con los diseñadores abre un nuevo capítulo.”

La experiencia de las randeras se asemeja a la de otras comunidades de artesanos. Y es donde se sitúa el rol del diseño social, un concepto en desarrollo que tiene en cuenta el trabajo de artesanos que usando técnicas y materiales vinculados con su cultura se incorporan al mercado de la moda a través del encuentro con diseñadores. Este cruce permite no sólo poner en valor saberes, sino introducir a poblaciones vulnerables o comunidades aborígenes a una cadena productiva. Pero el diseño social no está siempre ligado a los artesanos, primero se refiere a poblaciones vulnerables.

“En diseño social, la palabra social marca el nivel de vulnerabilidad del sujeto, que está en base social o próxima; en cambio, el artesano puede ser de un grupo vulnerable o no, pero antes es patrimonio cultural. Una artesana del chaguar es un tesoro humano vivo, una artista sola con su obra que atrás tiene un linaje de voces ancestrales”, dice Roxana Amarilla, directora de Mercado de Artesanías Tradicionales de la República Argentina (Matra).

Luján Cambariere, periodista enfocada en diseño social, lo define como una especialización dentro de la disciplina del diseño aún en construcción. “Uniendo la necesidad de dos grupos bien heterogéneos (poblaciones vulnerables y profesionales de la disciplina) nacen estos escenarios donde ambos se ven beneficiados y el diseño se convierte en una herramienta de inclusión social. Gestora de proyectos sociales, en noviembre último dio un seminario en el Malba y presentó, entre otros, el proyecto Carnaval -que realizó junto con Emprendedores de Nuestra Tierra- con artesanos correntinos donde se buscó aplicar la mano de obra artesana (que quedaba desocupada durante varios meses al año) a generar accesorios y objetos.

Para aclarar un poco más el panorama del trabajo artesano en el país, recientemente se publicaron los números del primer registro nacional de artesanos textiles de la Argentina (Renatra) que hablan de 6302 artesanos registrados. Se trata de una base de datos con información de los artesanos registrados, que se actualiza cada 6 meses. Del total, un 96% son mujeres; unos 4185 realizan tanto el oficio de hilar como tejer, y las provincias con mayor presencia de artesanos son Formosa (1366), Neuquén (769), Salta (501), Río Negro (429), Chubut (383) y Catamarca (330). El registro se puede buscar en www.inti.gob.ar

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1794419-diseno-social-100

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